domingo, 20 de enero de 2008

Lleno de ardor devoto y de prestigio

"Queridísimos amigos míos:
Esta carta, que es privada y particular para vosotros, os la envío en muestra de profunda gratitud para todos los que hacéis La Codorniz. He de deciros que mi mujer, Elvirita, está esperando el sábado para entrar triunfante y contenta en mi cuarto a traerme La Codorniz, que la leo como se comen los chiquillos los pirulís, o sea, poco a poco y riéndome. ¡Fijaos bien lo que es para cualquier hombre y para un hombre de tan azarosa vida y de tanto dolor el reírse francamente a mandíbula batiente!

En resumen: que estoy encantado con vuestra Codorniz, que os felicita y os abraza con todo entusiasmo y alegría vuestro amigo que os desea a todos.

Otro abrazo y otras muchas más felicitaciones.

Vuestro admirado lector.

Carta de José Millán-Astray dirigida a Miguel Mihura, director de La Codorniz, fechada en Madrid el 23 de agosto de 1943.

Porque él también tenía sentido del humor. Y humanidad.
Las cosas que llega a encontrarse uno investigando.

viernes, 18 de enero de 2008

A sangre y fuego por las tierras de España

Bien saben Vds, de lo poco que nos gusta leer, pero hemos vuelto a caer. El descubrimiento de las novelas / ensayos periodísticos de Manuel Chaves Nogales ha vuelto a sumir a la redacción de Mondo Cane en un aislamiento físico e inteletual que dura ya una semana. Porque si esa crónica de un bailaor flamenco atrapado en la Rusia del soviet del 17 que es El maestro Juan Martínez que estaba allí nos ha resultado arrebatadora, A sangre y fuego. Héroes, bestias y mártires de España se ha convertido en un auténtico kempis laico, en el misalito de nácar que nunca tuvimos en nuestra infancia, en un catecismo sangriento mucho más lúcido (con permiso de la trilogía de Baroja) que cualquier cosa que hayamos leído hasta ahora sobre nuestra siempre entrañable contienda fratricida.

Y por si fuera poco, esta semana se ha confirmado que Mondo Cane comienza el mes que viene su tournée por diversas universidades de esta piel de toro adoctrinando a las masas sobre la propaganda cinematográfica en los sistemas totalitaristas. Estamos pensando en aprovechar nuestra escala en Salamanca para volver a lanzar al aire las eternas palabras que entonara hace unos años Millán-Astray en el mismo foro, pero suponemos que por desgracia no alcanzarían el mismo efecto en esta posmodernidad que nos asola. En fin, que suponemos aceptaremos todas las ofertas universitarias que nos van llegando, aunque francamente consideramos que el sistema educativo español no está preparado para el asalto de las huestes de Mondo Cane a sus estultos templos de la paraeducación. Pero como no nos arrancan demasiada plusvalía y encima nos invitan a cenar con copas incluidas, allá que vamos.

martes, 15 de enero de 2008

Spleen invernal

Desde luego, estimados lectores, la vida va poniendo a prueba a estos sus redactores. Si el jueves va y se nos muere Vampira, dos días después si svanisce Pepín Bello. Y por si esto fuera poco para sumergirnos en un no deseado letargo invernal, no paramos de recibir avisos en nuestra cuenta de correo hablándonos de la próxima tournée del Dylan. Esta noticia, que hace unos años nos hubiera sumergido en una alegre y frenética hiperactividad de rumores y cotilleos y que nos habría llevado a 1) la estación de Atocha a comprar billetes urgentemente y 2) nuestra agenda para intentar desempolvar olvidadas amistades desperdigadas por los ocultos lugares de la geografía celtibérica a los que va a llegar el próximo tour de la Piquer de Minessotta, ha sido recibida con una especie de inmensa pereza lindante con un decadente spleen que no queremos ni contarles. ¿Catorce conciertos por la piel de toro? Vaya... Calcapeitos está en estos momentos bostezando medio aletargado en el sofá, y Ventoleras ojea con desgana números atrasados de La Codorniz a ver si encuentra un chiste de Tono que recuerda vagamente y que quiere incluir en nuestro volumen, anclado ya en las ochocientas páginas.

Francamente, no es para menos. Recordar el letargo en el que nos sumió el último tour hispano del vieho y ver que desde entonces no ha habido cambios ni en la banda (ay) ni prácticamente en el setlist (ayayay) nos ha sumido en un aturdimiento que por si fuera poco ha aumentado al leer la última noticia que el press manager de Dylan ha depositado en nuestra casilla de correo: el viello volverá a tocar este verano en Mérida.

Por un momento, esta redacción se ha convulsionado, y es que el recuerdo de aquel electrizante show en la castúa localidad en 1993 nos ha devuelto fugazmente las esperanzas. En plena gira de renacimiento, Dylan aterrizó en el Teatro Romano y se marcó allí un I'll remember you y, sobre todo, un Gates of Eden que hizo a esta redacción en pleno agradecer a Dios su presencia en este mundo. Si es que fue buena hasta la prueba de sonido, a la que conseguimos colarnos tras innumerables desventuras. En fin, que lo único que sabemos es que el concierto de este año está previsto en un polvoriento campo de fútbol enmarcado entre un par de polígonos industriales a las afueras de la localidad. Lo que, añadido al ya confirmado supporting act de Amaral, no coloca unas premisas que podamos definir como apetecibles. Y mientras tanto, Pirracas sigue con la milonga de recordarnos que no vemos un buen concierto de Dylan desde aquellos oscuros shows de León y Alcalá en el ya lejano 2004. En fin, veremos cómo arranca el tour sudamericano de este mes de febrero, pero de ver que todo avanza como siempre está ya decidido: este verano nos quedamos en casita a disfrutar del agosto madrileño. O eso decimos ahora, que luego ya se sabe.

En fin, que menos mal que acabamos de terminar de leer No Irish, no black, no dogs, la proteica autobiografía de Johnny Rotten, que si no nos hubiéramos abandonado ya a la desesperación más extrema.

sábado, 12 de enero de 2008

La zona

Suena tan demodé que no podemos sino reconocerlo con alegría: la redacción de Mondo Cane al completo se declara fans incondicional de la Navidad. Y es que nunca entenderemos esta oleada (tan posmoderna, por otra parte) de buscar componentes agónicos a algo tan grato como pasarse quince días privando y comiendo cual helagábalos. Gratos días, en efecto, que han resultado exquisitos gracias a la ingesta masiva de chuletas, vinachos y películas de Tarkovsky. Porque es a lo que nos hemos dedicado compulsivamente en tan entrañables fechas.

No vamos a cantarles las excelencias de nuestro más idolatrado realizador (con permiso de Umberto Lenzi, por supuesto), que bien sabemos que a Vds., queridos lectores, nuestras majaradas culturetas les importan más bien poco. Resistiremos virilmente la tentación, pero este navideño redescubrimiento de la apabullante obra tarkovskiana ha resultado aún más ascético y, por ende, revelador, de lo que nunca hubiera podido imaginar ninguno de estos tristes redactores a los que tan pacientemente soportan.

Les comentaremos, simplemente, que en estas arrebatadoras horas que hemos dedicado al genio caucásico no hemos podido sino recordar aquella ocasión en que por primera vez tuvimos oportunidad de ver una de sus películas. Fue, cómo no, en un semidesierto Teatro Principal: tras una absurda jornada laboral, optamos no por irnos a tomar unas cañas, como habitual, sino por intentar un leve y voluntarioso acercamiento a ese señor de quien tantas estupideces habíamos escuchado y que imaginábamos se iba a saldar con diez minutos de visionado y una salida extemporánea de la sala de cine echando todo tipo de improperios sobre los adalides de la modernez más vacua (valga la redundancia).
.
Pero qué equivocados estábamos y cuanto daño pueden llegar a hacer en raras ocasiones los prejuicios, amigos lectores. Cuando se inició la proyección de Solaris con esa arrebatadora secuencia de unos hierbajos que se mecían bajo la corriente de un río durante diez minutos completos, fuimos rápidamente absorbidos por las redes del planeta Solaris, conmovidos ante las dudas vitales de Berton sobre su elección entre la vida real o el mundo de ilusión que le ofrece el magma solaresco. En efecto, aquella tarde / noche caímos de rodillas iluminados por Tarkovsky y antes de darnos cuenta ya nos habíamos devorado no sólo por supuesto la gloriosa novela de Stanislaw Lem, sino hasta el Martyrolog, ese brillante diario íntimo de título inigualable que Tarkovsky llevó adelante hasta el mismo día de su muerte. Inmersos ya en plena fase de locura, llegamos a viajar a París en memorable ocasión para buscar la tumba del director. No fue fácil localizarla, pero tras muchas pesquisas unas palabras cruzadas en el Mercado de las Pulgas con un descendiente de rusos blancos emigrados en el 17 nos pusieron sobre la pista de Sainte-Geneviève des Bois, una fascinante banlieu al sur de la cité con un desolado Cementerio Ruso en el que, por fin, la encontramos. Evidentemente, no nos decepcionó, y es que bajo la cruz eslava que la ancla al suelo nos topamos con una lápida de inscripción deslumbrante: Al hombre que vio al Ángel.

Mutados a estas alturas ya por completo en stalkers, les dejamos con la secuencia final de Solaris, intentando introducir un poco de color y sensatez a esta cosa que titulamos Mondo Cane. Si sobreviven a la experiencia, más pronto que tarde les contamos sobre el regreso a nuestra entrañable calle del Amparo, que se ha saldado incluso con una sorpresa aún mayor de lo que nunca hubiéramos esperado, y esto, dicho en Lavapiés, no es poco: un intento de asesinato en la puerta de la redacción que casi casi presenciamos en directo. Todo un arranque enérgico para este 2008 que parece se está convirtiendo en un clásico inevitable de nuestras estadías madrileñas, pues el amigo Calcapeitos nos recordaba esta mañana que lo mismo sucedió cuando llegamos tantos años ha a la capital y, asentada nuestra redacción en Tirso de Molina, nuestro vecino del 2ºA fue torturado y acribillado a balazos por una turbia mafia del Este. Y eso era cuando todavía ni había mafias del Este en España. Para que luego nos venga con milongas el Cronenberg éste...