miércoles, 17 de septiembre de 2008

Never trust a hippy

La repentina desaparición de escotes en el siempre minifaldero barrio de Lavapiés nos ha llevado rápidamente a una sagaz conclusión, estimados lectores de Mondo Cane: se ha terminado el verano. Y esto, que lamentamos sobremanera no por la calima sino por la imposibilidad de seguir dedicando nuestro tiempo de ocio al agradable espectáculo de ver señoritas semidesnudas por la calle, suponemos que alegrará inmensamente a Protección Civil porque sí, sufridos amigos: por fin volvemos a estar localizables en la calle del Amparo.
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¿Dónde ha estado la redacción de Mondo Cane este verano?, se pregunta la España de bien. Pues de conciertos, queridos amigos. Dónde íbamos a estar con estos calores.

Nuestro periplo comenzó pronto, pero bien pudo iniciarse antes. Porque allá por el ya lejano junio nos enteramos de que Tom Waits iba a actuar en nuestro poblacho, cosa que nos importaba más bien poco hasta que el dottor Pirracas, siempre a la última en tendencias musicales gracias a que a estas alturas sigue comprando el Heavy Rock, nos informó de que Scarlett Johansson había grabado un disco de covers del señor Waits. Y cuando vimos que las entradas del show salían a 200 eurodólares por barba, rápidamente hicimos la ecuación y supusimos que el abultado precio se debía a que el viejo llevaría consigo a la hinchadísima actriz para que ésta practicara al menos una fellatio a los asistentes. Con tal esperanza intentamos hacernos con unos billetes, pero cuando la señorita de la taquilla nos informó de que en el precio no se incluía práctica sexual alguna el licenciado Ventoleras espetó sabiamente una frase esquilmada a su señora madre -“a robar a Sierra Morena”- y decidimos dedicarnos a actividades más populares. Seguimos, eso sí, a distancia la tournée, y cuando en pensando en los dineros pagados por los gafipastas nos enteramos de que en el evento celebrado en Barcelona había habido problemas de sonido durante más de media hora supusimos lógicamente que aquello habría provocado una feliz reedición de la Semana Trágica de 1909. Pero no, amigos, para nuestra maravilla la gente incluso aplaudió, lo que nos dio nuevamente una pista de la flojera de espíritu insuflada a Catalunya en estos últimos años.

Nada de todo esto, evidentemente, sucedió en el capital concierto que ha cerrado nuestro periodo estival, el antológico que ofrecieron los Sex Pistols en la capital patatera. Antes habíamos visto, si no recordamos mal, a Franco Battiato nuevamente, y a Neil Young, y a Bob Dylan varias veces, e incluso tenemos un vago recuerdo de haber pasado unos muy agradables días en un festival playero lisboeta que estuvo así como muy bien. Pero de esto no les contamos mucho porque ya hemos dedicado a todos ellos páginas y páginas en momentos anteriores de Mondo Cane. Y decíamos que mientras Celtiberia se sumergía en esos conciertos de rock para señores mayores que iba dando el huracán Bruce Spín-Stín por la piel de toro, volvimos a hacer los bártulos y nos largamos a Patatoland para ver a Johnny Rotten enfrentándose a la rebelión de las masas.

Y se rebelaron, qué duda cabe, o al menos las más descerebradas. La que se montó en las campas de Mendizabala ya la hemos contado por algún lado, o sea que les remitimos a este bonito link donde pueden ustedes leer una apasionada crónica del antológico mogollón. Nuestra conclusión es la misma que ya teníamos antes del show: que el punk del 77 ha sido la única cosa medianamente inteligente que ha pasado en la historia de la cultura popular desde la edición de Blonde on blonde (sea hecha la salvedad de la publicación de Selfportrait, pero eso sería otra historia) pero que nadie se ha enterado de nada. Y esto de ver a varios miles de personas lo suficientemente irritadas porque Johnny hace un chistecillo local como para darle un hostión de cuidado demuestra que la gente, definitivamente, es muy paleta. Qué le vamos a hacer, Johnny: ya te decíamos que nadie se ha enterado de nada, y el único movimiento popular que parecía agitar un poco el conformismo del personal se ha convertido definitivamente en un reducto de cazurros. Horreur.

El largo y cálido verano. Mañana, eso sí, comienza una nueva etapa porque, como viene siendo habitual, Mondo Cane hace el petate y se va a pasar un par de semanas a DonostiaSanSebastián a ver cómo va ese festival celebrado en el incomparable marco incomparable. Que esperamos salga mejor que el cartel anunciador, que no entendemos por qué tamaño esfuerzo en hacerlo cada año más feo. ¿Guiño cómplica hacia la mafia rosa, cada vez más extendida por los callejones donostiarras? ¿Mensaje subliminal que confirma esa leyenda urbana de que nuestro prócer Odón Elorza va a poner por fin en marcha un festival de aizkolaris asesinos en la Plaza de la Constitución? Pues no lo sabemos, pero de momento nuestro balance es uno solo: el cartel de este año es más feo incluso que el del anterior, que ya de por sí daba un poco de tirria.

Pero estas frívolas consideraciones estéticas no deben llevarnos a equívocos: tras tantos años echando pestes por el cariz neo-oenegero-yonkichic que estaba adoptando la cosa, por fin nuestros estimados dirigentes festivaleros se han decidido a hacer un par de ciclos para gente a la que le gusta el cine. Esa misma siempre ausente de la cita donostiarra. La calidad del dedicado al cine negro japonés está fuera de toda duda ya que la ha pergeñado en la sombra nuestro siempre admirado amigo Carlos Aguilar; del centrado en la magna obra monicelliana mejor ni les hablamos porque va a ser arrollador. Y eso pese a que la redacción de Mondo Cane ha trabajado duramente en él, y como muestra quedan un par de capítulos salidos de nuestra siempre grácil pluma en el libro que acompañará a la retrospectiva. Que por cierto nos lo ha dado esta misma mañana nuestro editor y ha quedado muy bien, o sea que les animamos desde ya a comprarlo o, viendo que no nos llevamos un duro de derechos de autor, al menos a piratearlo en su biblioteca más cercana. No nos queda sino mantener bien altas las expectativas, sobre todo porque mientras el personal menos ilustrado se estará pegando de bofetadas para ver el nuevo horror de Woody Allen o la nueva flor ojetera de Kim-Ki-Duk, nosotros nos lo vamos a pasar chachi disfrutando de cintas capitales como Un borghese piccolo piccolo y L'armata Brancaleone en unas salas desiertas. Y tanto que nos alegramos.

Pero todo esto será mañana, cuando los miembros de Mondo Cane recojamos nuestras acreditaciones y volvamos a la rutina de quedarnos sobados en los cines e intentar arrimarnos a alguna destrozona gracias a esa fascinación inmediata que provoca en las intocadas señoritas donostiarras llevar algo colgado al cuello en fechas festivaleras. Hasta entonces, solo nos queda enmendar un error: hace unos meses, llevados por el fervor de ver nuestra gloriosa enseña nacional enfrentada a los hijos de Beria en una semifinal futbolera nos dejamos arrastrar por el ímpetu rojigualda y titulamos erróneamente uno de nuestros fascinantes textos con un "¡Que nos devuelvan el oro de Moscú!" que hoy en día nos causa inmenso bochorno. Cuando el otro día leímos en la prensa socialdemócrata que el gobierno ruso había decidido por decreto ley establecer en los manuales escolares que Stalin "fue el más exitoso gobernante ruso del siglo XX" y que sus asesinatos masivos fueron "medidas necesarias, aunque excesivas, para mantener la disciplina" comprendimos cómo tanta propaganda antisoviética promovida por Rafael Arias Salgado había terminado laxando nuestras neuronas e, intentando enmendar nuestra injusta valoración hacia nuestros hermanos caucásicos, pusimos rápidamente un telegrama al Komintern solicitando nuestras más sinceras disculpas al mismo tiempo que recomendábamos fervientemente a los servidores del proletariado la retirada de la extemporánea consideración "aunque excesivas" del libro infantil. Dicho esto, y como tan sabiamente enunció nuestro admirado Iósif, "en el ejército ruso hace falta más valor para retirarse que para avanzar", por lo que estos mujiks se van a bandearse con las hordas cántabras. Ciao bambinos.

viernes, 12 de septiembre de 2008

¡A la mierda! ¡Váyase usted a la mierda!

"¿Pero cómo me va a gustar una mujer por culta? No, vamos, atraerme, es que no... me parece como inverosímil. Me puede gustar por culta... para maestra. Claro, pues que venga de 6 a 7, y cuánto cobra, y que me enseñe Filosofía Medieval o algo así, pero..."

"Yo creo que puede existir perfectamente una amistad entre un hombre y una mujer, siempre que ese hombre no sea yo".
Fernando Fernán Gómez, en La silla de Fernando
(David Trueba y Luis Alegre, 2006)