jueves, 13 de agosto de 2009

Alma inflamada de fuegos sagrados

"Mientras tanto, conoce a Elena, una niña pálida y enferma de sífilis (aunque él, en sus poemas, la llame "virgen pura, purísima azucena, ángel bello del cielo" y otros dislates producidos por la ceguera o el entusiasmo), flor nacida a orillas del Manzanares, en el barrio de la Virgen del Puerto, en el que se agrupan camuflados entre escombros y basuras, los desposeídos de la época, esa hojarasca humana de niños desnutridos, fulanas exentas de senos, gitanos incestuosos que predican con el ejemplo y buhoneros que remueven la mierda del río, en busca de tesoros de saldo. En las mañanas de los domingos, escandalosas de luz y de ladridos, Armando Buscarini se acercaba a las aguas del Manzanares (apenas un regato serpenteando entre la podredumbre) y mezclaba su sífilis con la de Elena, mientras, a lo lejos, procedente de la Casa de Campo, se oía el estrépito de las cacerías reales, como una alegoría ruidosa de la revolución que ya se iba fraguando. (...) Así hasta que Elena, harta de una gloria apenas entrevista que Buscarini la presentaba como inminente, prefirió entretener la espera empleándose en un burdel más bien menesteroso, sito en la calle del Amparo y regido por una mujerona agropecuaria, famosa en el gremio, a quien los asiduos apodaban La Cibeles".

Juan Manuel de Prada: Desgarrados y excéntricos
(Los colaboradores de Mondo Cane comprueban con orgullo la alta estofa de la que proviene su redacción ya desde principios del siglo XX)