"Vivía un tanto aislado, leyendo mucho, en una ciudad como San Sebastián, en donde no se pensaba por entonces más que en el buen tono, en el traje y en la buena comida, y se creía que el hombre que leía algún libro por entretenimiento, si no era un perturbado, estaba muy cerca de serlo".
. Pío Baroja: El puente de las ánimas (1944)
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