Excepto durante mis primeros tres films, todos hechos antes de 1932, y producidos con absoluta independencia -Un chien andalou, L'Âge d'or y Land without bread- siempre he sentido la presión más o menos pesadamente ejercitada por el productor. Pero uno puede deducir de su pregunta que los productores y distribuidores son culpables de las limitaciones impuestas al director por su especial interpretación del gusto del público. En mi opinión, la responsabilidad real por el estancamiento espiritual del cine es de la masa amorfa, rutinaria y conformista, que configura la audiencia. El productor se limita meramente a lanzar a las fieras la comida que le demandan. Un hombre de negocios ni mejor ni peor que los otros de su tiempo, el productor no tiene escrúpulos. Es capaz de saltar de un plano ideológico a otro, aunque los sistemas sean moral y artísticamente antagónicos, con tal de garantizar prestigio y éxito económico. Por el momento es imposible prever cualquier ascenso moral de la sociedad humana. Por esta razón no aparece una luz tenue del progreso espiritual de la audiencia. Uno incluso puede predecir lo contrario. Los directores continuarán arrastrando las pesadas cadenas del servilismo puestas sobre ellos por la industria y los productores, quienes, como fieles representantes del público, continuarán su represión de la libertad del artista.
¿Cuál considera uno de los progresos más alentadores en el cine en los años recientes? ¿Cuál considera una de las más desalentadoras aportaciones?
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