martes, 15 de enero de 2008

Spleen invernal

Desde luego, estimados lectores, la vida va poniendo a prueba a estos sus redactores. Si el jueves va y se nos muere Vampira, dos días después si svanisce Pepín Bello. Y por si esto fuera poco para sumergirnos en un no deseado letargo invernal, no paramos de recibir avisos en nuestra cuenta de correo hablándonos de la próxima tournée del Dylan. Esta noticia, que hace unos años nos hubiera sumergido en una alegre y frenética hiperactividad de rumores y cotilleos y que nos habría llevado a 1) la estación de Atocha a comprar billetes urgentemente y 2) nuestra agenda para intentar desempolvar olvidadas amistades desperdigadas por los ocultos lugares de la geografía celtibérica a los que va a llegar el próximo tour de la Piquer de Minessotta, ha sido recibida con una especie de inmensa pereza lindante con un decadente spleen que no queremos ni contarles. ¿Catorce conciertos por la piel de toro? Vaya... Calcapeitos está en estos momentos bostezando medio aletargado en el sofá, y Ventoleras ojea con desgana números atrasados de La Codorniz a ver si encuentra un chiste de Tono que recuerda vagamente y que quiere incluir en nuestro volumen, anclado ya en las ochocientas páginas.

Francamente, no es para menos. Recordar el letargo en el que nos sumió el último tour hispano del vieho y ver que desde entonces no ha habido cambios ni en la banda (ay) ni prácticamente en el setlist (ayayay) nos ha sumido en un aturdimiento que por si fuera poco ha aumentado al leer la última noticia que el press manager de Dylan ha depositado en nuestra casilla de correo: el viello volverá a tocar este verano en Mérida.

Por un momento, esta redacción se ha convulsionado, y es que el recuerdo de aquel electrizante show en la castúa localidad en 1993 nos ha devuelto fugazmente las esperanzas. En plena gira de renacimiento, Dylan aterrizó en el Teatro Romano y se marcó allí un I'll remember you y, sobre todo, un Gates of Eden que hizo a esta redacción en pleno agradecer a Dios su presencia en este mundo. Si es que fue buena hasta la prueba de sonido, a la que conseguimos colarnos tras innumerables desventuras. En fin, que lo único que sabemos es que el concierto de este año está previsto en un polvoriento campo de fútbol enmarcado entre un par de polígonos industriales a las afueras de la localidad. Lo que, añadido al ya confirmado supporting act de Amaral, no coloca unas premisas que podamos definir como apetecibles. Y mientras tanto, Pirracas sigue con la milonga de recordarnos que no vemos un buen concierto de Dylan desde aquellos oscuros shows de León y Alcalá en el ya lejano 2004. En fin, veremos cómo arranca el tour sudamericano de este mes de febrero, pero de ver que todo avanza como siempre está ya decidido: este verano nos quedamos en casita a disfrutar del agosto madrileño. O eso decimos ahora, que luego ya se sabe.

En fin, que menos mal que acabamos de terminar de leer No Irish, no black, no dogs, la proteica autobiografía de Johnny Rotten, que si no nos hubiéramos abandonado ya a la desesperación más extrema.

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