miércoles, 21 de noviembre de 2007

El tiempo amarillo

Lo que son las cosas: si ayer esta su redacción pasaba la noche viendo en sesión doble El capitán Veneno y Yo soy Fulana de tal, esta tarde enchufamos la radio para escuchar las últimas noticias sobre la Cumbre Hispanoamericana y nos encontramos repentinamente diciendo lo mismito que decía Pepe Isbert cuando se tropezaba con su hija en la cama con Nino Manfredi: "Con lo contento que yo estaba... con la ilusión que yo traía...".

Y es que con la alegría que llevábamos en el cuerpo porque ayer poníamos punto final al primer borrador de nuestro libro codornicesco (750 páginas y edición en dos volúmenes, ahí queda eso), y al enchufar la radio nos enteramos de que se ha muerto el pobre Fernando Fernán-Gómez. Ya lo decía Totó en I soliti ignoti: non siamo nienti - sempre vano via i migliori - siamo soltanto di paso in questo mondo cane. Y todo eso.

Muchas cosas nos gustaría contarles de Fernando Fernán-Gómez. El licenciado Ventoleras está que no se aguanta las ganas de narrarles aquella vez en la que el único ácrata sensato conocido le dijo aquello de "muchas gracias, joven, es usted muy amable", pero se lo vamos a evitar. Total, poco queda por añadir a esas tan interesantes palabras que haciendo honor a su cargo le ha dedicado hoy Beatriz Rodríguez Salmones, portavoz del PP en la Comisión de Cultura del Congreso: "era un feo con un magnetismo tan grande en la pantalla que su imagen tenía mucha más fuerza que la de otros actores guapos". Su acertada disertación nos ha hecho comprender al momento la magnitud de la figura del polifacético personaje, qué duda cabe. Ante lo cual sólo les comentaremos una cosa: la redacción de Mondo Cane debe señalar que respeta completamente, pese al disgusto que nos hemos pegado, que ante el desolador panorama del cine español actual el señor Fernán-Gómez haya decidido morirse. Y es que, ¿qué iba a hacer el pobre ante una cartelera nacional como ésta que padecemos? Pues eso, diñarla y quedarse tan tranquilo. Y a la mierda. O a la mierda que nos vamos nosotros, porque viendo el plantel de actores tedio-progres, culturetas y sin saber hacer la O con un canuto que nos queda para suplir la ausencia... Pues eso, que el día que se nos mueran Manuel Alexandre y José Luis López Vázquez ya no sabemos qué películas vamos a ir a ver al cine.

En fin, estimados lectores, que esta redacción al completo acudirá mañana a la capilla ardiente del Teatro Español, no lo duden ustedes. Por unos momentos pensamos en concluir este breve texto redactando largas églogas sobre Bruja, más que bruja, sobre Yo la vi primero, sobre El anacoreta, Vida en sombras y todas esas películas que tanto nos gustan. Pero miren, se lo vamos a ahorrar, que sabemos les importarán bien poco nuestras disertaciones. Y optamos por dejarles aquí dos cosas que les resultarán indudablemente más gratas: los mejores títulos de crédito de la historia del cine (ríanse ustedes a carcajadas de Saul Bass) y en dos partes (aquí va la primera y aquí la segunda) la que es posiblemente la secuencia cómica más brillante de la historia del cine apañol. Y una vez vistas, no duden en reflexionar sobre las sabias palabras de la Sra. Rodríguez Salmones. Que dan para ello.

No hay comentarios: