miércoles, 17 de octubre de 2007

Estado policial

Bien saben nuestros lectores que las luces de nuestra redacción, al igual que las del despacho del Pardo en tiempos indudablemente mejores, nunca se apagan. Porque Mondo Cane vela sin descanso por todos los ciudadanos de este país, no lo duden. Y ello nos permite disfrutar, desde las alturas, de la ajetreada vida nocturna de la calle Amparo que acoge ésta su oficina.
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Ayer, tras el rezo de Completas, los miembros de Mondo Cane visionaban una fantástica copia en VHS de La niña de luto, esa joya del intangible cine impresionista que tanto nos hace carcajear cuando alguien nos habla de las excelencias de Marcel L'Herbier. Bueno, en realidad nadie nos ha hablado nunca de Marcel L'Herbier, pero valga el símil. Cuando de repente, encogidos ante la visión de ese desfile tras un carro fúnebre que se interrumpe con el paso de la carrera ciclista del pueblo, oimos unos gritos desgarradores que llegaban desde la noche. Una señorita de vaya Vd. a saber qué república bananera gritaba con fervor: "Polissssíaaaaaa... llamen a la polissssíaaaa...".

No pudimos hacerlo en primera instancia, claro, porque nuestra primera misión fue cazar al vuelo al licenciado Pirracas, que como eco de su paso por la Marina turca estaba ya bajando a la calle remangándose su camiseta de Twisted Sister para desfacer el entuerto a hostias. En efecto, asumió una vez calmado, lo mejor era llamar a las fuerzas del orden público. Y así lo hicimos.

Dos minutos de reloj tardamos en oir la llegada de la patrulla, que posiblemente no pisaba el barrio desde la memorable boda de doña Letizia y su novio. Y éstos sus redactores, cual demiurgos desde las alturas, observaron desde el balcón de Mondo Cane una escena con un único parangón posible: aquella vez que vimos en la aldea del agüelo cómo un zorro se colaba en el gallinero. En efecto, según las luces del coche de los grises se asomó por la esquina de la Ronda de Atocha, decenas, cientos, miles de personas de cualquier color imaginable salieron de la oscura noche amparesca y echaron a correr en todas direcciones. Dos segundos antes, les juramos que no se veía a nadie por la calle. ¿De dónde salían? Pues francamente no lo sabemos todavía, pero la estampida fue como ésas de los búfalos que se ven en las películas de vaqueros y, al paso de los cuerpos de seguridad, se montó una zapatiesta inenarrable. No pudimos evitar sentir una cierta aflicción, pero nos confortamos recordando aquella antológica frase de Fraga Iribarne: en caso de duda, siempre con el Ministro del Interior. No sabemos cómo terminaría el affaire de aquella señorita sudamericana que había iniciado este sindiós, pero sí les garantizamos que no bastaron tres coches policiales para la caterva de jipis y delincuentes multicromáticos que colapsaron las estancias policiales así, en menos de cinco minutos. Qué cosas.

Y en fin, resuelto el conflicto regresamos a nuestra sesión cuádruple de cine, que se cerraba un par de horas después con la visión de una de estas películas maravillosamente insoportables de Marco Ferreri, Dillinger é morto. Una cinta incomprendida, y no lo decimos por la crítica ni por el público, sino por Mondo Cane, que francamente no entendió nada de lo que allí pasaba, pero quedó fascinado ante la historia de ese burgués culto y refinado (Michel Piccoli, of course) que, sin decir una sola palabra, regresa a su casa, ojea sus libros, cocina, espía a la criada, lee el periódico y ve viejas películas en Súper-8 antes de, por puro aburrimiento, pegar un tiro a su mujer y huir en un barco en dirección a Tahití. Esa idea maravillosa de un hombre que engrasa una pistola para asesinar a su cónyuge con el mismo aceite con el que se ha hecho previamente una ensalada nos resultó arrebatadora. Y por si todo ello fuera poco, además se le ven las tetas a Anita Pallenberg.

Al terminar la proyección, el licenciado Ventoleras sugirió que todo aquello era en realidad una alegoría del angst del hombre contemporáneo. Y es que ya sabíamos que esto de haber ido a la Universidad no le iba a aportar nada bueno a este chico...

2 comentarios:

MaTzizior dijo...

Francamente, amigo Mondo Cane, si los Cuerpos y Fuerzas de La Seguridad del Estado tuvieran noticia de la naturaleza de las películas que usted se mete entre córnea e hipotálamo y de las subsiguientes entradas de blog, no dudo ni por un instante que donde habrían cargado hubiera sido directamente contra su vivienda, por raro, por greñoso y por raro (ya se sabe que en estos casos no hace falta una argumentación muy sólida, pero ni falta que hace).

The Basque Country Pharaon dijo...

Si es que no nos cansaremos de repetirlo... resulta desconcertante que en un blog en el que no se cuentan más que tonterías participen personas juiciosas y con opiniones interesantes. ¿Se deberá al mismo efecto que buscaban las cortesanas de la Versalles de Luis XIV llevando un mono sobre el hombro para resaltar su belleza? Mmmm... Mañana le encargaremos a Pirracas que medite sobre este desconcertante asunto.