jueves, 4 de octubre de 2007

Matando al padre...

The tracklisting is not a-changin’, titulaba acertadamente nuestra revista musical favorita su reseña sobre el último disco de Bob Dylan. Posiblemente, Uncut es la única publicación que a estas alturas no sólo tiene el coraje suficiente para hablar de r’n’r, sino incluso para ver con un mínimo de lucidez el lucrativo estado de confusión en el que vive últimamente Dylan, cosa cada vez más extraña en este panorama de rancias lecturas al que nos enfrentamos cada día. Y lo peor es que a Mondo Cane no le queda otra que darle la razón. Y miren que nos duele...
.
Se ha puesto a la venta hoy una caja titulada Dylan que supone la enésima exhumación del apabullante legado dylaniano, y que, como viene preñadita de fotitos y paridas varias, Mondo Cane ha corrido a comprar, claro. Por aquello de nuestras tensiones compulsivas, cada vez más manifiestas en un acelerado síndrome de Diógenes que afecta a todo lo referente a la obra del viejo. Pero, como siempre, ya nos estamos comenzando a arrepentir.

La principal novedad de este recopilatorio es que (glabs) su selección de temas ha sido realizada por los propios fans del judío, que han acudido en masa a su web para votar por sus canciones favoritas. No sabemos muy bien quién fue el iniciador de esta corriente a favor de la democracia que inunda el planeta últimamente, pero suponemos que la justicia poética pasará factura algún día a estos Tocquevilles de medio pelo. Porque miren, que esta confianza ciega en la Humanidad se aplique al ámbito político, pues nos da un poco igual, pero que se lleve a cabo con el magno legado de Dylan… ¡No, hija, no! Por ahí sí que no pasamos, que hablamos de cosas serias.

Recoger las lazarianas historias de pérdida, redención y supervivencia del colosal autor de New morning en una especie de greatest hits elaborado como la visita organizada a un parque temático es ya un planteamiento cuanto menos detestable. Pero hacerlo, además con esta pereza, esta falta de imaginación y esta ausencia de criterio clama al cielo, amigos.

Tres cedeles organizados con el más previsible esquema: 1) Dylan golden age en plena oleada surrealista y anfetamínica 2) Bonitas canciones de amor de los 70 que suenan mucho en los hilos musicales últimamente 3) Dylan también hizo buenos temas a partir de los ochenta, no se piensen ustedes. La selección de los fans habla por sí sola. Están, claro, Like a rolling stone, Blowin’ in the wind y hasta ese estomagante tema más propio del último Elton John, Make you feel my love. Pero no están, claro, Is you love in vain?, Covenant woman o Every grain of sand ni tantas otras. Ni tan siquiera Idiot wind, que debió parecer demasiado larga a estos democráticos votantes.

El Doctor Calcapeitos lleva media mañana haciendo pucheros, melancólico, ante nuestra gastada copia de Biograph. Eran otros tiempos, Dylan no le importaba a nadie y el viello, para afrontar un imposible recopilatorio significativo de su obra, todavía se esforzaba en rescatar joyas ocultas de su catálogo e incluso en ofrecer luminosos textos para ilustrarlas. Pero todo aquello acabó con la publicación de Time out of mind: ante nuestro estupor, el planeta entero se declara de la noche a la mañana fan de Dylan de toda la vida y pasa a declamar a los cuatro vientos su admiración por el bardo de Minnesota desde los tiempos más remotos. A nosotros nos lo iban a contar, que recordábamos cómo unos meses antes el personal se pegaba por cosas tan capitales como conseguir una entrada para el ZooTV Tour o reservar en las tiendas el último disco de Lenny Kravitz mientras sonreía sardónicamente porque le contábamos que en unos días nos íbamos a casacristo a ver a Dylan. “¡Ah! ¿Pero todavía sigue tocando ÉSE?”, solían respondernos con una malsana ironía. Todo daba igual, porque tras marcarte varios cientos de kilómetros y gastarte la paga extra de Navidad, sabías que el vieho se la iba a jugar, improvisando, cambiando de repertorio cada noche y ahí, en cuanto te despistabas, te colocaba un Gates of Eden o un Obviously five believers que te tiraban por el suelo.

Ahora, reciclados todos en demócratas y dylanianos de toda la vida, nadie recuerda estas escenas y todo cristo parece dispuesto a comulgar con las ruedas de molino que nos planta el Dylan aprovechando los vientos favorables. La algarabía general montada con el aburridísimo Modern times no ha hecho sino confirmar lo que desde hace unos años íbamos intuyendo en los conciertos (convenientemente subvencionados con dinero público, of course) que en medio de una nube de pasotismo extremo se marca el Dylan por esta piel de toro, siempre tan dada a banalizar las cosas y a seguir a Vicente a la mínima ocasión. El vieho, que no es tonto, ya sabe que sólo tiene que esforzarse en los momentos agitados (a los periodos 1978-1983 o 1993-1997 nos remitimos) y, en los de bonanza, se dedica a replegar velas y recoger beneficios mientras todo a su alrededor se la sopla. Y nos condena, como siempre, a seguir viviendo de las pequeñas gotas de genialidad que nos sigue regalando. Que no son pocas, por fortuna: Theme Time Radio Hour suena de manera compulsiva en la redacción de Mondo Cane y nos sigue dando momentos de placer extremo. Ni les contamos lo que hemos disfrutado con No direction home y con Chronicles, pese a lo poquito que nos gusta leer. Y no queremos imaginar las lágrimas de felicidad que van a correr por nuestras encallecidas mejillas cuando salga a la venta ese The other side of the mirror cuya copia pirata en VHS tenemos ya quemada. Porque sí, las migajas de lucidez del viejo siguen siendo tan amplias que hasta en Dylan se han conseguido filtrar: ese arrebatador arranque del tercer disco con Blind Willie McTell y Brownsville girl supone, posiblemente, los 18 minutos más arriesgados y brillantes de los últimos diez años de su obra discográfica.

7 comentarios:

Anónimo dijo...

Amigos de Mondo Cane, comulgo con el sentido y fondo, incluso con la forma del artículo, aunque yo haría una pequeña salvedad. El cantante Bob Dylan poco tiene que ver con lo que la industria (en la que, desde luego, está inmerso) hace para rentabilizar su genio y obra. Dicho esto, vengo a escribiros para animaros a desvelar la atrocidad que se ha hecho con la edición de su libro Letras. Si hubiera justicia divina, un rayo fulminaría a todos aquellos que hayan estado implicados en la perpetración de ese absouto fraude editorial. Y no me refiero al precio del libro, que es ajustado a la presentación y cantidad de papel, sino a la deplorable traducción y a la absoluta desconexión entre las traducciones y las notas recogidas al final de cada capítulo. Si algo así se hubiera hecho con, pongamos por caso, Paul Auster, tened la plena seguridad que Paul Auster sería un escritor de medio pelo al que se le negaría el pan y la sal en el parnaso de la literatura. Es una falta de respeto absoluta con la obra de Dylan y una chapuza a la altura de las que somos capaces de hacer los quijotes españolitos de a pie.

Anónimo dijo...

Aprovecho para enviar mi más sincera enhorabuena a los amigos de Modo Cane y aprovecho también para saludar a Fran y solo apuntar que llevais razón al hablar de la sinrazón a la que nos han llevado, cuantos fraudes llevamos ya tragados, cuantas ruedas de molino, pero ¿no seremos nosotros mismos los culpables por mostrar esa cara de satisfacción, esa cara de bobo que se nos queda al volver de una gira del viejo? ... y quien de nosotros deja pudrirse cada rueda de molino en las estanterías del FNAC o en los almacenes online de Amazon? yo no... y vosotros? un abrazo a todos, al fin y al cabo a Dylan no le queda mucha vida, por que morirá, o no?

The Basque Country Pharaon dijo...

Resulta agradable ver cómo gente sensata deja sus comentarios en este tan poco sensato blog. Y es que Mondo Cane no puede sino darles a Vds. la razón...

Estimado Quino: es verdad. Como bien decía Johnny Rotten, nobody is innocent. Nosotros también corremos a las estanterías de los centros comerciales del ocio a adquirir compulsivamente CUALQUIER cosa que salga a la venta. Nosotros también tomamos al asalto amazon para reservar LO QUE SEA. Aunque sepamos de antemano que sea un pestiño, como este Dylan boxset en el que nos hemos dejado la paga de un par de días. No lo podemos evitar, y bien que lo lamentamos en ocasiones. Acumular material de Dylan, bien lo sabemos todos por experiencia propia, es una grata sensación a la que nunca podremos ya poner freno. Y por desgracia vamos viendo que recurrir al criterio de Dylan para que lo eche de nuestra parte es ya una esperanza imposible, por lo que nos vemos condenados a una espiral sin fin. Aunque, estimado Quino, no nos queda otro remedio que llevarle la contraria en una cosa: a nosotros la última vez que se nos quedó cara de bobos en un show de Dylan fue, por desgracia, en León. Porque lo del último tour nos dejó de una frialdad antárrrtica. Por no meternos en jardines que no queremos pisar, mejor no entramos en aquel acto cultural propio de la Rumanía de Ceaucescu que fue su macroculminación donostiarra. Y por favor, no hable del fallecimiento del vieho, un tema que DEBE ser tabú para cualquiera de nosotros.

Estimado Cisco Fran: confirmamos por completo lo que Vd. tan sensatamente señala, aunque no sabemos muy bien hasta qué punto Dylan es ajeno a esta mercantilización continua de su legado que tantas veces nos ha sumergido ya en un mar de melancolía... Todo esto, suponemos, daría lugar a un tan largo como para nosotros apasionante debate. Agradecemos, por cierto, su anotación sobre "Letras" que habíamos leído vía mail esta misma mañana. Qué lástima... Pero sobre todo, estimado Cisco, queremos aprovechar para felicitarle, con tanto retraso, por "Bob Dylan en su Edad de Oro", bajo nuestro criterio el texto más claro, sensato e interesante que jamás hemos leído sobre estos últimos tiempos no sabemos si modernos pero sí muy lucrativos...

Qué placer saber que nos ha leído gente que ha compartido con nosotros tantas horas de disfrute viendo a Dylan por esas tierras de Dios.

Aitor dijo...

Estimado Felipe,
Ante todo, decir que aquí nos encontramos con el que, en mi opinión, es su mejor texto hasta el momento; y como fiel seguidor del blog que soy, aseguro que el nivel estaba muy alto.

Me alegra coincidir en el sentido de que la mayor lacra de este recopilatorio son la ausencia de grandes temas de Dylan, además de algunos clásicos injustamente menospreciados. A su lista de canciones olvidadas, añadiría "Series of dreams", "Chimes of freedom", "Most of the time" y, sobre todo, "I want you". Definitivamente, salvo que cambien mucho las cosas, no sólo no me compraré esa caja, ni siquiera me la descargaré.

Al igual que usted, disfruté como un enano de "Chronicles", sobre todo de los capítulos que narraban la creación de dos de mis discos dylanitas favoritos: "New morning" y "Oh, mercy". Y, de la misma forma, me deja muy frío su último disco, ese "Modern times" del que he visto más veces el video de Scarlett que veces que he oído el CD.

Sobre el tema conciertos no puedo opinar objetivamente, ya que sólo he podido asistir a ese macrobotellón que se hizo en Donosti donde de fondo se oía y se divisaba a Dylan tocar.

Buen trabajo.

The Basque Country Pharaon dijo...

Estimado Sr. Aitor:

Da gusto encontrarse con tanto comentario sensato seguido.

"Las opiniones son como los culos: cada uno tiene una", decía Harry el Sucio en una de sus películas. Y Mondo Cane supone que la realización de un recopilatorio de este calibre no difiere en exceso de las sabias palabras de Clint. Aún así, como bien señala Vd., es lamentable lo previsible que ha resultado la selección de este Dylan box-set y sí, en efecto, los dylanitas nos esperábamos algo más. O algo, por lo menos... Qué aburrimiento de disco, oiga.

Lo que más lamentamos en la redacción de Mondo Cane es que usted, como dylanita joven, aguerrido y por lo tanto de la nueva hornada, se haya perdido los gloriosos 80 y 90, cuando seguir a Dylan por cualquier recóndito lugar del planeta era una acto enérgico que siempre deparaba sorpresas, alegrías, momentos memorables y pelos como escarpias. Porque eso sí que, viendo lo que estamos viendo en los últimos años, nos tememos ya no va a volver a suceder. No juzgue la gloriosa carrera de los directos del vieho por aquello que nos montaron en Donosti, por favor. Sólo deseamos encontrarnos algún día con el organizador de tamaño desaguisado: por afrentas menores hemos ajusticiado en noble duelo a más de un sinvergüenza.

De toda aquella culminación de despropósitos nos quedamos con aquel señor de la Diputación que acudió al camerino para pedir al Bob que dijera alguna palabra en favor del proceso de pax romana que nos asolaba por aquel entonces. Como la mar en las caracolas, las carcajadas de Dylan se escuchan todavía por la playa de la Zurriola.

Y respecto a las excelencias de nuestro texto, eso se lo dirá usted a todas. Aún así, pronto le pasaremos el teléfono de nuestro editor para que se lo comente, a ver si entre todos conseguimos que Mondo Cane deje este sueldo de hambre y entre en la burguesía de pleno derecho, que ya va siendo hora.

Anónimo dijo...

Sres. Pirracas, Ventoleras y Calcapeitos:
Déjense de tanto pasteleo estéril y utilicen sus contactos cinematográficos para participar en el concurso para hacer el primer vídeo de "Like a Rolling Stone" (ver dylan07/You Tube).

Mack the Finger

The Basque Country Pharaon dijo...

¿Contactos cinematográficos? ¿Qué contactos cinematográficos?...