martes, 26 de febrero de 2008

And the Oscar goes to... Mondo Cane

Concluyó ayer el primer escenario de la enésima reedición de la lucha a garrotazos entre nuestros dos contendientes. Mondo Cane, siempre atenta a sus deberes civiles y sobre todo militares, puso todo por su parte para no perderse ni un pestañeo de los candidatos, pero para qué les vamos a engañar: a los diez minutos nos habíamos quedado fritos delante de la televisora.


Por lo que nuestro análisis político se ve limitado a señalar lo mal que les quedaba a ambos la americana (ese detalle de Marianico de que la corbata roja -sic- le saliera por encima de la barriguita...) y a hacernos lenguas por esa cobertura televisiva que más que un debate electoral parecía un Madrid-Barça de los tiempos de Juanito o algún programa de TeleCinco. Incluso cogimos a Calcapeitos en un mohín de enviar un SMS con el mensaje ECHAR ZAPATARES al 4646 y a Pirracas intentando descargarse un politono con el vallenato de Rajoy, pero al pasar más de dos minutos sin escuchar un grito LOH PALACIOOOOOOHHHH ambos se dieron cuenta al unísono de que no, de que pese a lo que pudiera parecer aquello no era la final de Gran Hermano, como nos había parecido entender por la escenografía, sino un triste debate electoral. Qué candidatos más aburridos que tenemos, oiga. Y más feos, ya puestos.

Muy feo todo, sí señora. Y es que no olviden que estos sus redactores de Mondo Cane se han cultivado estos últimos años al calor de los debates televisivos (por llamarlos de alguna manera) de Berlusconi, ese prodigio de la naturaleza, en cualquiera de sus implacables networks. Y claro, es que al lado de aquello, esto no es nada. Menos mal que habíamos amanecido por la mañana con la noticia del Oscar de Bardem, cosa que nos ha divertido mucho más que el sainete de peleas de corrala de estos dos señores. Como se pueden imaginar los lectores de Mondo Cane, ver a un Bardem recogiendo figurín nos ha alegrado mucho, sobre todo por ese discurso de agradecimiento que es el primero decente que hace un celtíbero en la historia de la gala angelina. Y es que ya iba siendo hora de que alguien hiciera un pequeño homenaje en el Kodak Theatre a la saga de las Muñoces Sampedro y a cuantos Bardemes han sido. Que esa gente ha trabajado en Siempre vuelven de madrugada, y en Habitación para tres, y en Esa pareja feliz, y en Muerte de un ciclista, y en Historias de Madrid, y en Faustina, y en El último caballo, y en Cielo negro, y en Tarde de toros, y en Mi tío Jacinto, y en La venganza, y en tantas películas que con tesón y cariño vamos recogiendo en nuestro próximo volumen literario, y ese historial no lo puede presentar ninguno de los ayer reunidos en la cuchipanda hollywoodiense. Peliculeros, esos "vagos de la farándula", como los calificó en el programa televisivo en el que participamos el otro día una señora de unos ochenta años que se decía votante del Partido Popular y muy preocupada por el canon digital. Asunto que, viendo su tan cultivado rostro, comprendimos al momento era clave para el devenir de su vida diaria.

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