miércoles, 22 de agosto de 2007

La tolerancia es condescendencia

Proféticas terminaron resultando las inaugurales palabras de nuestro amigo de Los Acusicas. Si hace dos días reflexionábamos sobre el trapisóndico ambiente de nuestro entrañable cine apañol, ayer tuvimos la materialización ante nuestros ojos de tan afinadas teorías.

Ayer tarde el equipo de redacción de Mondo Cane, al completo, acudió al cine y encima pagando, cosa que intentamos hacer lo menos posible. Y tras llegar a ese templete del gafipastismo de segunda fila que son los cines Ideal, nos frotábamos las manos esperando el inicio de El ultimatum de Bourne, que como suponíamos resultó ser todo un peliculón. Pero ah, amigos, los tránsitos de espera en los Ideal tienen un duro canon que pagar, que es el observar el par de trailers que pueden caerte en una sala de tal calibre.

Y que cayeron y a traición, porque al poco de apagarse las luces todas nuestras teorías se materializaron ipso facto. Ante nuestros escépticos ojos se proyectó el avance de una película de un tal Julio Medem que resultó llamarse algo así como Estrambótica Ana y que vuelve a mostrar cómo nuestro último cine sigue teniendo un pie en lo sicalíptico mientras hunde sus raíces más profundas en la patafísica. En él podía verse en rápida sucesión de escenas a una jovencita con rastas y evidente aspecto de diseñadora gráfica de Barcelona que enseña las tetas, viaja en yate, enseña las tetas, se droga, enseña las tetas, tiene una bonita casa, y termina enseñando las tetas en Ibiza. Aunque lo que más sorprendió fue que el trailer sólo mostró un rótulo que rezaba "Del director de Lucía y el sexo", quizás porque, como habitual, los productores son los únicos que mantienen un mínimo de lucidez en nuestro cine y rápidamente se han dado cuenta de que el único mérito real de este señor ha sido, desde un principio, enseñar tetas jugosas en pantalla grande. La hoja promocional de la cinta no hizo sino confirmar nuestros temores, pues el señor diretor anuncia que en esta cinta "rinde homenaje a la mujer en su batalla contra la tiranía del hombre blanco" y que le ha servido, claro está, "como lucha contra la depresión". Asuntos no baladíes, efectivamente, que vuelven a demostrarnos el indudable interés cinematográfico e intelectual de esta cinta, tal que ya prevemos que pronto ocupará un lugar junto a Saló en nuestra estantería de uvehacheeses.

Y curiosamente, reflexionábamos, nadie se acuerda ya de aquella última película que dirigió este Sr. Ni nosotros, que no recordábamos ni el título... Uno apostaba por La pelota plasta, otro por Las pelotillas vascas de Arzallus. Nuestro corresponsal en Polaris Woouurld, consultado al respecto, dice no acordarse del título pero sí del subtítulo, que era algo así como La piel contra mis güebos, dice. Qué lástima, porque aquélla sí que fue una cinta memorable, de una estulticia tan malsana como ese montaje que nos retrotrajo inmediatamente a esta bonita película cuyo teaser poster ilustra esta entrada.

Y en estas reflexiones nos hallábamos hasta que un señor con gafas de pasta que se encontraba detrás nuestro, y que ya nos había mirado con mala cara al ver nuestro cacharrazo de palomitas y refresco con cola, exigió silencio chistando. Y es que no era para menos, porque nuestras cuitas no dejaban escuchar las explosiones de unas bombas y de unos helicópteros del siguiente trailer que se proyectaba, en una correctísima versión original sin subtítulos, of course...

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