jueves, 23 de agosto de 2007

El abstracto concepto de la interculturalidad

Sucedió hace unos días en la bizarrísima calle del Amparo. Un señor perteneciente a un indefinido grupo étnico sudamericano avanzaba por la acera con una curda descomunal, hasta que se detuvo a miccionar en un portal. Con tal mala fortuna que, en ese preciso instante, otro señor, de aspecto muy racial e inequívocamente madrileño, salió del mismo y no tardó en soltarle una soberana hostia. Estando como estamos en Madrid, no es necesario comentar que en menos de treinta segundos se había montado una populosa marimorena y media población de la Villa y Corte se hallaba congregada junto a los susodichos. Entre la marabunta, el señor sudamericano gritaba obsesivamente con folklórica entonación: "¡Es una agresión rasiista! ¡Me han pegado porque soy emigraante!".


Sirva esta pequeña entrada para recordar a nuestros estimados lectores que la redacción de Mondo Cane se declara, en bloque, tan monárquica como demócrata de toda la vida. Y que los horrores de los totalitarismos, evidentemente, nos espantan. Pero ello no evita que ardamos en deseos de acuchillar vivos a unos señores obreros que, procedentes de un indefinido confín de Latinoamérica, hacen como que arreglan el tejado de la casa de enfrente. Porque hombre, nosotros entendemos la necesidad económica y los beneficios sociales de los flujos migratorios, pero realmente, señores operarios... ¿creen ustedes que trabajar con un cassette escupiendo salsa guarra y bachata a todo volumen desde las 7 de la mañana es afrontar con elegancia un proceso de integración? ¿Creen realmente, como pequeños embajadores de sus misérrimas repúblicas bananeras que son, que hacer escuchar a todo el vecindario una versión merengue de Noches de bohemia y de ilusión de Navajita Plateá, va a hacer algo en favor de la interculturalidad y de hacer creer al mundo que la civilización occidental no es superior?

En estas disquisiciones nos andamos en la redacción mientras observamos esta locuaz imagen de la Donostia más liberal. Mientras, de fondo suena un chiqui-chiqui-chiqui tras el que se oye a una señorita cantando (mel)odiosamente "Me gusta tu cucuuu... qué lindo tu cucuuuu...".

1 comentario:

Anónimo dijo...

Como todos los blogs brillantes, éste será frecuentado con interés por los que tienen claridad suficiente como para reconocer el talento y disfrutar de él, y rápidamente omitido y hasta ignorado por los que, muy a su pesar, son incapaces de apreciarlo.

Yo soy de los zoquetes, pero prometo pasarme.