sábado, 1 de septiembre de 2007

La magnitud de la tragedia

"Afirmar lo que de trivial hay en el hombre es inducirle a no ser riguroso, ni desleal, ni malo, ni fanático, ni inconmovible para nada ni ante nada. Aceptar la trivialidad es hacerse transigente, comprensivo, contentadizo. Nada más solucionador que la trivialidad hallada, cultivada, comprendida y asimilada hasta la temeridad. No los principios abstractamente revolucionarios, sino la trivialidad admitida será lo que cree la libertad espiritual, resolviendo todos los problemas insolubles, que serán solubles más que por la solución, por la franca disolución, por la incongruencia y las pequeñas constataciones que apenas parecen tener que ver con ellos".´
Ramón Gómez de la Serna: Greguerías
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