lunes, 10 de septiembre de 2007

En efecto, más pena que gloria

Reacción similar a la de nuestro admirado Alberto Sordi tuvo la redacción de Mondo Cane hace unos años al ver cómo un popular director de cine apañol de ego tan voluminoso como su mollera declaraba en televisión, y sin ningún rubor, que su principal influencia era Steven Spielberg y que no le gustaba mucho Centauros del desierto porque le veía varios errores (sic). A continuación, se proyectaba su por entonces última película, que se entitulaba algo así como Abre el ojete, y que no tardamos en comprobar que, en efecto, no sólo era mucho mejor que Centauros del desierto sino que posiblemente aportaba más a la Historia del Cine que la obra completa de John Ford.
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Irritados quizás, pero no sorprendidos, porque de éstas tenemos que soportar todos los días. Cómo olvidar aquella ocasión en la que un incipiente cortometrajista nos presentó en su casa (financiada por su padre, empresario de la construcción) su primera obra maestra (financiada por su padre, empresario de la construcción), no sin antes contarnos que no le gustaba Ciudadano Kane porque contenía numerosos errores de planificación (sic) y que L'Atalante le parecía una película sobrevalorada (sic). Nunca comprendimos cómo el cortometraje visionado no abrió las puertas del cine a este grácil realizador y su carrera terminaría ahí tan brusca como injustamente, tras dos tristes y poco concurridas proyecciones públicas de su Meisterwerk (financiadas ambas por su padre, empresario de la construcción). En fin, lo decía una vez Álex de la Iglesia cuando comía en una mesa cercana a la nuestra en un restaurante madrileño: en este país, cualquier imbécil dirige una película.
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Por todo ello, ayer la redacción de Mondo Cane decidió por una vez no seguir los pasos de la plebe y, mientras Lavapiés se sumía en la descomunal francachela propia de cualquier sábado noche, decidió encerrarse en casa de nuestro redactor, lisensiado Ventoleras. La ocasión lo merecía, pues el UHF proyectaba Más pena que gloria, una de las mejores cintas que recordamos haber visto en los últimos años en las tristes salas de cine dedicadas con obcecación a mostrar la producción patria.
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Resulta grato comprobar que alguien en este país ha tenido la decencia de verse un par de películas de Monicelli y Dino Risi antes de gastarse cien kilos en dirigir una película. Es el caso de Victor García León, ejemplo de sorprendente lucidez en un cine donde la formación cultural de sus realizadores tiende siempre a la baja. Y sorprende, igualmente, ver que alguien que sobrepasa escasamente la veintena es capaz de hacer una cinta lúcida sobre la adolescencia, tránsito vital mortecino y frustrante hasta el extremo que el cine patrio siempre nos muestra como larga sucesión de tocamientos, fornicaciones y diversión sin fin. Cosa que siempre nos sorprende cuando, al conocer al realizador, descubrimos un rostro y un físico, digamos, poco agraciados que delatan un tránsito a la madurez cuanto menos complejo.
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Mondo Cane, que no cabía en sí de gozo tras el visionado de la película y sobre todo de su actriz principal, Bárbara Lennie, decidió prolongar la noche colocando en nuestro video Beta una copia perfectamente pirateada de Vete de mí, la segunda película de Víctor García León, igualmente extraordinaria. Y como fin de fiesta nos trincamos Urtain, el rey de la selva (o así), una obra maestra de Summers (y perdón por la redundancia) que concluyó con la realización de un juramento de sangre de todos los miembros de la redacción para emprender una biografía de este nuestro admirado director en cuanto nuestros misérrimos compromisos contractuales nos dejen tiempo. En 2009 será eso, al tiempo. Aquí lo confesamos para comprometernos a ello ante nuestros lectores, porque si no, con lo que nos gusta la holganza...

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